martes, 13 de mayo de 2014

CONCLUSIONES

CONCLUSIONES 


La existencia de un verdadero Estado de Derecho que posibilite el funcionamiento de una democracia real, para el desarrollo de una cultura de tolerancia y aceptación del otro, y cuyo funcionamiento político se soporte en la vigencia y respeto de los derechos humanos, en sociedades como la nuestra, es quimérica. El país ha trasegado una historia, atravesada por conflictos de control y sujeción, en la que el noble, el patrón, el cacique y el gamonal, se las han ideado para lapidar y explotar al trabajador. El Estado, inmisericorde a los clamores populares, ha defendido y puesto al lado de los detentadores del poder y de la fortuna. Ha cohonestado y violado, durante épocas aciagas de nuestra historia, los derechos básicos de la condición humana y se ha envuelto en un aura de debilidad que es el telón de fondo, tiene la “justicia” privada de los grupos poderosos, agentes de violencia y enemigos de los derechos humanos.


Es evidente que persisten retos para lograr la plena garantía de los derechos humanos que exigen mayores esfuerzos y eficacia del Estado, pero también lo es que ha habido importantes avances en la materia, posibles por el trabajo decidido y coordinado de todas las instituciones que, en cooperación con la población civil.


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